Lili, Libertad (Premio El Barco de Vapor 1995)], editorial SM
Autor: Gonzalo Moure Trenor
ISBN: 978-84-348-5066-8 || Edad recomendada: a partir de 12 años
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Sinopsis: Lili (diminutivo de Libertad), una niña tímida, acaba de mudarse a la ciudad con su madre. No le gusta la ciudad, y se siente muy sola porque en el colegio aún no ha hecho amigos. Un día su profesor les dice que todos deben ir disfrazados el lunes de Carnaval, y a Lili le encantaría ir de bailarina, pero con su madre le cuesta hablar porque últimamente está siempre muy ocupada, o absorta en sus pensamientos, y no encuentra el momento de decírselo. Necesita ese disfraz y sólo faltan unos días. No quiere ser la única que vaya sin disfraz…

Éste es un libro redondo. Si tuviera que puntuarlo le daría un 9, y si no le doy un 10 es por un pequeño detalle del final que estoy segura que a los niños que lo hayan leído (o vayan a leerlo) les habría gustado ver escrito, y lo sé porque aunque yo lo leí ya de mayor, la niña que llevo dentro lo ve así. 😉

El libro es tan entrañable en todos los sentidos (el tono de la narración, los personajes, la historia en sí) que enseguida te encariñas con él, y cuando lo recuerdas, tiempo después, siempre te hace sonreír por dentro.

La narración es una historia dentro de otra historia: el autor ha ido a dar una charla a un colegio de un pueblo, y la directora, una mujer joven, lo invita al almorzar, y empieza a contarle una historia, la de la pequeña Lili, que lo engancha desde el primer momento, tanto por la historia en sí, como por el misterio que envuelve a la narradora.

El tono de esa narración que enmarca la historia central, la de Lili, es evocador, y dibuja un ambiente creíble y relajado en el que se paladean hasta los silencios. Y esas escenas entre el autor y la directora, aunque se intercalan con la historia principal, no se sienten como cortes abruptos, sino como pequeños descansos, que además hilan un pequeño misterio que no se resuelve hasta el final del libro.

Ese mismo tono evocador se mantiene en ciertos momentos de la narración de la historia de Lili, pero se entrelaza con otro tono simpático y cómplice que nos acerca a los ocurrentes pensamientos y observaciones de la imaginativa protagonista, que, por ejemplo, llama a la ciudad «Sopasosa» y ve cómo se dibujan, mágicamente, palabras en el pelo rizado de una compañera de clase, Pepa.

Los demás personajes, todos especiales a su manera, añaden encanto a la historia: «Pepalabras», la simpática y regordeta pelirroja, compañera de Lili; Héctor, el orgulloso y leal gitanillo, otro niño de la clase; don Mauricio, el profesor estricto que no siempre lo fue; la estrafalaria pero bondadosa abuela Valeriana…

Y luego está la historia en sí, una historia sencilla pero muy bonita, una especie de alegoría de que uno debe defender sus propias convicciones, aunque todo este en nuestra contra, aunque se rían los demás o nos miren como a bichos raros. Porque cuando Lili decide que no le importa lo que piensen los demás, cuando hace lo que le sale de dentro, se siente libre, y todo empieza a cambiar.

[Para no estropearle a nadie el final del libro, en el siguiente párrafo he escondido parte del  texto escribiéndolo con color blanco. Para leerlas, selecciona con el cursor el texto entre los dos asteriscos.]

Para un lector adulto el final es absolutamente perfecto, pero a mí me parece que habría tenido el colofón perfecto si * el profesor hubiese entrado por la puerta disfrazado también *. Es lo que yo me imaginé al leer las últimas palabras de la historia, y en mi mente es lo que ocurrió, pero me habría encantado verlo escrito sobre el papel. 🙂

P.D.: También hay otra cosa que echo en falta: unas cuantas ilustraciones. Este libro pide ilustraciones; me imagino unas ilustraciones preciosas de las palabras en el pelo de Pepa, del gitanillo y ella disfrazados, de Lili avanzando por el pasillo del autobús con su tutú…